Al ver una flor, una planta, un árbol, pocas veces nos detenemos a analizar lo que involucra su crecimiento, sus características, su origen, pero sobre todo no consideramos ni nos damos cuenta de lo que significan para nuestra vida, para la vida en nuestro planeta, la cual depende del proceso de absorción de energía solar que sólo las plantas pueden llevar a cabo, de manera que todos los demás seres vivos requerimos de ellas para sobrevivir.

Las plantas verdes utilizan la energía de la luz solar para efectuar algunas reacciones químicas a través del proceso conocido como fotosíntesis, en donde se convierten las sustancias inorgánicas (bióxido de carbono y agua) que toman del medio externo, en el material nutritivo indispensable para formar a los seres vivos y durante el proceso se emite oxígeno.

La materia viva deshidratada se forma principalmente por el carbono, formando el esqueleto de dichos compuestos y al que se unen otros elementos como el hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, etc.


El bióxido de carbono (CO2) forma parte del aire junto con el nitrógeno, oxígeno, vapor de agua y otros gases de menor concentración. Se encuentra de manera uniforme en la atmósfera baja, y aunque su concentración es pequeña las plantas lo encuentran en cantidad suficiente en su medio, salvo algunas excepciones.

En los tiempos geológicos primarios buena parte de este gas se fijó en las estructuras de las plantas verdes, tanto terrestres como acuáticas. Algunas plantas y los animales que se alimentaban de ellas, al morir no sufrieron una descomposición total, quedando enterrados en capas cada vez más profundas del suelo, dando origen a depósitos de carbón mineral y a hidrocarburos (petróleo) en los antiguos mares. De esta forma parte del bióxido de carbono fue retirado de la atmósfera e inmovilizado en este proceso.

EFECTO INVERNADERO


El bióxido de carbono es un gas que permanece activo en la atmósfera durante mucho tiempo; del 50 % que se emite, tardará en promedio 30 años en desaparecer, un 30% varios siglos y el 20% restante estará presente varios millares de años, por lo que su efecto sobre las condiciones climáticas adquiere una especial relevancia.

Los árboles y los bosques ayudan a mitigar los cambios al absorber el bióxido de carbono de la atmósfera y convertirlo, a través de la fotosíntesis, en carbono que "almacenan" en forma de madera y vegetación. A este proceso se le denomina "fijación del carbono".


Por otro lado, las formaciones vegetales actúan a modo de “sumideros” de carbono como resultado de la fotosíntesis. Se llama Sumidero Natural de Carbono a todo proceso, actividad o mecanismo natural por el cual el carbono es absorbido o retirado de la atmósfera, almacenándose en él.

A medida que el CO2 es consumido por la plantas se va reemplazando por la respiración de los seres vivos, la descomposición de la materia orgánica y como producto final de la combustión del petróleo, hulla, gasolina, etc., pero el método más natural para reducir su emisión y por lo tanto el efecto invernadero es la captación del mismo por árboles y plantas.

El potencial captador de CO2 por parte de un árbol se puede determinar en general, por su índice de Masa Foliar (IAF), es decir la superficie total de hojas, la resistencia estomática, dada por la densidad y porosidad de las estomas*, así como por el grosor de la capa límite, la cual es una película de aire que rodea a la hoja y permite el intercambio de gases, y que depende de la diferencia de temperaturas, el viento y la propia estructura de la hoja.

A medida que el árbol es de mayor tamaño, tendrá mayor superficie foliar y por lo tanto su potencial captador será mayor. Se calcula que los árboles grandes y en buen estado fijan aproximadamente 90 kg de carbono al año, mientras que uno pequeño captará 1 kg/año.

En un estudio elaborado en la Universidad de Sevilla por el Vicerrectorado de Infraestructuras, junto con la oficina de Sostenibilidad que se encuadra dentro del Plan Estratégico de Sostenibilidad, se estima que un kilómetro cuadrado de bosque genera mil toneladas de oxígeno al año, que una hectárea arbolada urbana produce al día el oxígeno que consumen seis personas, o que un árbol de unos 20 años absorbe anualmente el CO2 emitido por un vehículo que recorre de 10 000 a 20 000 kilómetros

En este estudio se utilizan analizadores de gas por infrarrojos, con lo que se ha determinado que las especies urbanas que más CO2 absorben son: la melia, la acacia de tres espinas, la jacaranda y el olmo.

 En una calle de cien metros de longitud y con diez árboles plantados, la melia absorbería al día el CO2 emitido por 10 373 vehículos (cada uno libera 200 gramos por kilómetro recorrido); la acacia de tres espinas contrarrestaría las emisiones de 1 619 vehículos; la jacaranda, las de 1 405 y el olmo, las de 1320.

 Por el contrario, la catalpa, el árbol de amor o el ciruelo japonés son las especies menos eficientes, pues absorben el CO2 equivalente a las emisiones de 38, 33 y 26 vehículos respectivamente.


De acuerdo al catedrático de la Universidad de Sevilla, Manuel Enrique Figueroa se debe considerar qué especies se plantan y dónde, la extensión de las zonas verdes y abundancia de especies leñosas, así como la composición de la especies presentes, para conseguir un balance cero en las emisiones de CO2

La FAO publica en su infografía del 22 de abril del 2016, que los grandes árboles de las ciudades son excelentes filtros para los contaminantes urbanos y las pequeñas partículas. Los árboles proporcionan alimentos, como frutas, frutos secos y hojas. Pasar tiempo cerca de los árboles mejora la salud física y mental aumentando los niveles de energía y la velocidad de recuperación, a la vez que descienden la presión arterial y el stress. Los árboles colocados de manera adecuada en torno a los edificios reducen las necesidades de aire acondicionado en un 30% y ahorran entre un 20% y un 50% de calefacción. Los árboles proporcionan habitat, alimentos y protección a plantas y animales, aumentando la biodiversidad urbana.


Es cierto que los árboles absorben el CO2 de la atmósfera, pero la cantidad de este gas que son capaces de retirar depende de muchos factores, como la especie y la edad. Normalmente los árboles empleados en reforestaciones tienen solo uno o dos años, porque cuanto más vieja es la planta menor es su capacidad de enraizar y más costosa su plantación. Los árboles jóvenes absorben poco CO2; por otro lado para la reforestación se deben considerar especies no invasivas para no poner en riesgo  a las especies nativas de la zona.

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ACTIVIDAD

Compensa tu CO2 con árboles


*Las estomas de las plantas son un tipo celular que permiten el intercambio gaseoso en las hojas de las plantas terrestres. Su estructura está formada por dos células que se encuentran en la epidermis de los tejidos verdes de los vegetales, especialmente en la superficie de las hojas, tanto en el haz como en el envés, siendo más frecuentes en el envés. Las plantas adaptadas a sequías y a fuertes insolaciones suelen presentar en general, un menor número de estomas y están situadas con mucha mayor frecuencia en el envés (la parte de debajo de la hoja) para disminuir la pérdida de agua por transpiración. De esta manera los estomas están protegidos del sol y permite controlar mejor la transpiración (la perdida de agua), y  pueden intercambiar gases sin peligro de deshidratación.

REFERENCIAS:

http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen1/ciencia2/48/html/sec_5.html
Carvajal, Micaela et al, Investigación sobre la Absorción de CO2 por los Cultivos más Representativos de la Región de Murcia,
  CEBAS, 30100 Espinardo (Murcia), España
http://www1.inecol.edu.mx/publicaciones/resumeness/FLOBA/Flora%2011.pdf
http://biologia.laguia2000.com/histologia/los-estomas-de-las-plantas#ixzz4FNvsizDg
http://www.fao.org/resources/infographics/infographics-details/es/c/411598/
https://www.ipcc.ch/pdf/special-reports/srccs/srccs_spm_ts_sp.pdf
Figueroa Clemente, E. y Redondo Gómez, S Los sumideros naturales de CO2: una estrategia sostenible entre e l cambio climático y el protocolo de
  Kyoto desde las perspectivas urbana y territorial. 

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